2016-TEATRILLO DE RECORTES

2016-TEATRILLO DE RECORTES

El guión está escrito, como ya hemos dicho aquí. Y es de trazo grueso. Lo dice fuerte y claro Aetinape, la asociación que aglutina a los titulados náutico-pesqueros de España al referirse a los posibles nuevos recortes de capturas para las flotas comunitarias. Unos recortes que propician más productos de acuicultura y menos pesca, con lo que los barcos de nuestro litoral, «que un día fueron centros de trabajo, acabarán convertidos en piezas de museo», asevera Aetinape.

Califican de «apocalípticos» los anunciados recortes en Totales Admisibles de Capturas (TAC) y cuotas en aguas comunitarias para diferentes especies (la más amenazada, la merluza, con un 36% de reducción) y denuncian los náutico-pesqueros que el sector empresarial «simula un enorme enfado y la Administración se convierte en heroica defensora». Al final, todos contentos, ya que los recortes se mitigan (los informes que los justifican carecen de todo rigor) y la Administración saca pecho porque «logró» que la herida no fuese tan profunda.

Lo dicho: alto y claro, por parte de Aetinape. Alto y claro, también por parte de los afectados: la CE continúa cómodamente con su papel, que no es otro que destruir flota mientras España, como destaca Aetinape, importa cada vez más productos pesqueros de Irlanda, Reino Unido y Francia. Curiosamente, capturados en las mismas aguas en las que pescan los barcos españoles.

Los profesionales de la pesca españoles -supuestamente al igual que los de los demás estados miembros- no tiene conocimiento concreto de los informes científicos que, al parecer, baraja la Comisión para justificar los recortes que propone. Para la UE a España le sobra capacidad pesquera pese a ser uno de los países más consumidores de pescado. Por tanto, lo mejor es cercenar -lo destaca también Aetinape- la flota nacional y así se dan más opciones a la flota de los países pesqueros comunitarios y de otros que no lo son. De este modo «la industria alimentaria marítima se pone en manos de otras flotas y de comercializadoras que se abastecen de la acuicultura, pescan en países extracomunitarios e importan a precio de saldo».

A lo señalado por Aetinape sumo: y muchas veces, sin garantías sanitarias para los consumidores españoles.

Teatro, puro teatro, que dice la canción.

España entró con mal pie hace 30 años en la entonces CEE, hoy UE. No gustaban ni la experiencia de nuestros pescadores, ni tampoco nuestros barcos. Sabían demasiado lo que era la mar y la pesca. Y mucho antes del acceso a la hoy Unión Europea, nuestros pescadores bautizaron «playas» y zonas de pesca, apenas se atrevían los lugareños a faenar en el área de Rockall, el complicado peñón o gran roca en la que el mar levanta columnas de espuma y asusta al más pintiparado. Pues allá se fueron los marineros gallegos, escribiendo con su laboriosidad la historia de pesquerías que ahora regula la CE con la atención puesta en la flota gallega (para ellos española).

Hace treinta años que la Unión Europea maquina para reducir la flota gallega. Muchos años antes, Irlanda y Reino Unido comenzaron a poner cortapisas a la presencia en «sus» aguas de barcos para ellos prácticamente desconocidos. Hoy, con la actividad cómplice de los comisarios de Pesca europeos -que bendicen urbi et orbi las constantes reducciones de TAC y cuotas-, la UE comienza a escribir el epitafio de una flota, la gallega, a la que ya ni sus propios gobernantes defienden.

R.I.P.