DARLE LA VUELTA AL CALCETIN-ANTON LUACES

DARLE LA VUELTA AL CALCETIN-ANTON LUACES

Es, y sobra decirlo, la cantinela que entonamos cada vez que el Gobierno de turno toca a rebato y convoca elecciones generales y/o europeas. Sobra decir, asimismo, que los partidos que acuden como tales a dichas convocatorias electorales aceptan los planteamientos formulados para modificar aspectos importantes de la vida de los profesionales del sector marítimo-pesquero pero que, a la hora de la verdad, cuando «tocan» poder se olvidan automáticamente de los compromisos contraídos.
¿Cuántas veces el amable lector habrá leído en esta misma sección alegatos semejantes? ¿Cuántas promesas han hecho los políticos para, primero, lograr que se proclamen leyes que permitan a los profesionales del mar votar como lo hacen sus familiares, amigos o conciudadanos para cumplir con uno de los derechos fundamentales de los españoles y, posteriormente, otorgar a este importante colectivo el cumplimiento de ese derecho que les corresponde?
 Los titulados náutico pesqueros, encuadrados en su asociación Aetinape, no renuncian a seguir reclamando. Consideran, y con razón, que la pesca industrial y el transporte marítimo son sectores que, desde hace muchos años, llaman a la generación de más empleo y convertirse en potencias endógenas a pesar de haber sido víctimas de deslocalización, creación de segundos registros, de drásticas reducciones de Totales Admisibles de Capturas (TAC) y cuotas de pesca, pérdida de caladeros, de derechos sociales, elevados niveles de desempleo, desguaces, etc., acciones todas ellas amparadas por la Unión Europea y ahí siguen, esperando un maná que no llega ni siquiera para humanizar el trabajo a bordo, mejorando la calidad de vida, aspectos apremiantes entre las necesidades de los propios titulados.
Mientras esto acontece, miles de alumnos forman parte del día a día de los centros de formación marítimo-pesquera a los que, el Gobierno resultante de estas elecciones seguro no va a defender como estructura profesional de la pesca y el transporte marítimo considerados por Aetinape como «sectores estratégicos y, por tanto, como política de Estado».
Ven como un sueño la homologación de la Administración Marítima del Estado con la de los Estados marítimos más avanzados, reorganizando y unificando competencias actualmente desperdigadas entre varios ministerios para concentrarlas en una Secretaría de Estado de Asuntos Marítimos «que englobaría, entre otras, las actuales competencias de la Dirección General de la Marina Mercante, la Secretaría General de Pesca, el Instituto Social de la Marina y otros departamentos que inciden en la actividad marítima».
Lo han hecho otros países de nuestro entorno, avanzando en cuestiones que los náutico-pesqueros españoles centran asimismo en disponer de una fiscalidad especial para la gente de mar, en facilitar el derecho al voto y la participación en la vida colectiva y aplicación de medidas para una mejor conciliación de la vida laboral y familiar. De paso, que se elabore un nuevo Plan de Seguridad y Salvamento Marítimo que incida en la seguridad marítima preventiva.
Son reivindicaciones del sector marítimo-pesquero, ese que todos conocemos, pero del que tan escasamente se preocupan los políticos, estén estos o no en el Gobierno que entre todos elegimos, ese Gobierno que se olvida habitualmente de unos profesionales que, desde la mar, también hacen Nación.